Es una lectura fresca y divertida. Desde el primer momento son los personajes los que dirigen la historia y los que desencadenan los sucesos.
La forma de entretejer y dirigir la trama de Megan me ha parecido muy inteligente. No hace falta que cada nuevo capítulo nos sorprenda, pero tampoco se puede dejar que sea predecible.
Muchas veces nos encontramos con autores que fuerzan la historia. Autores que no saben mantenerse en los momentos buenos sin caer directamente, para mantener la tensión, se supone. Pero creo que ésto ha de hacerse de una manera más natural. En este sentido, Megan lo ha hecho de fábula.
En cuanto a los personajes, no tengo queja. Son divertidos, algo alocados y originales. Se compenetran entre ellos a la perfección y sus interacciones son naturales, como la vida misma.
Incluso los secundarios tienen sus momentos (o capítulos) de gloria. Su presencia es indispensable para toda la novela, lo que le da una vivacidad y dinamismo que de otro modo no tendría.
Además, me ha gustado el modo en el que Megan traía al presente de la narración pequeños detalles del pasado. Haciendo que cobraran importancia al final, sin que al principio nos percatáramos. No cualquier autor lo logra, todo hay que decirlo.
Momentos divertidos, de tensión, sorprendentes, de soledad... Fue un beso tonto es una novela como otras, pero con ese punto chispeante de originalidad. Ese toque de realidad que hace que nuestros corazones se agiten y empaticen con los protagonistas.
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