domingo, 29 de diciembre de 2013

Donde los árboles cantan

Algunos dicen que es la mejor novela de Laura hasta ahora, otros la aborrecen. Personalmente, me encantó, y la segunda vez ha vuelto a hechizarme casi como la primera.

Con ritmo cadencioso, como el de un cuento de hadas, Laura nos relata la historia de Viana, una doncella que vivirá durante la invasión bárbara.

Esa narración es de una dulzura inimaginable. Sin omitir las peores escenas ni los momentos más cómicos, logra transmitir la esencia mágica que el relato contiene.

Con un aire a leyenda, otro poco a cuento de hadas, y algo del carácter feminista, Laura trama una historia de caballeros y doncellas algo más rebeldes de lo que cabría esperar.

Cada personaje tiene su papel, su carácter y muchas cosas que aprender, Viana la primera. Es curioso al terminar pensar en el personaje que se nos presentó al principio y darnos cuenta de que ya no es el mismo. Alegrarnos, también, de que se ha descubierto a sí mismo y de que los errores que ha cometido han sido de provecho. Hoy en día ya no podemos pensar en aquel héroe idealizado que salía victorioso sin haberse equivocado una sola vez. Y eso es algo que se refleja en Donde los árboles cantan.

También ver cómo Viana, a pesar de ser la protagonista inequívoca de la historia, es apartada de lo que se suponía era el centro de la acción deliberadamente. Más de una vez la acusan de pensar que todo gira entorno a ella, desmintiéndolo cada una de las veces.

En cuanto a ella vemos que es una chica soñadora, quizá algo ilusa, sobre todo al principio; pero también fuerte. Con un carácter por naturaleza obstinado y valiente, en cuanto aprende a valerse por sí misma Viana nos demuestra que no tiene miedo a llevar a cabo lo que se proponga, aunque eso suponga unos cuantos dolores de cabeza para alguien más. A pesar de ello nunca pierde su naturaleza romántica característica de las doncellas y que le han inculcado desde pequeña. Rasgo que le impulsa a llegar a donde nadie más creía capaz de hacerlo.

A pesar de haber sido la segunda vez que lo leo, he de decir que me ha sorprendido muchas veces, más de las que esperaba. Y he vuelto a disfrutarlo sin problemas. He reído, no puedo decir que haya llorado, y me he emocionado y asustado con Uri y Viana.

Donde los árboles cantan reúne toda la maestría y magia de las historias de Laura en un solo relato repleto de amor y aventuras.

jueves, 26 de diciembre de 2013

El Principito

No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.

Famosa cita y afamado libro, con razón.

El Principito es un cuento tierno y sencillo, por eso se le considera un libro para niños. Pero al mismo tiempo dice tanto, trata tantos temas de una forma tan infantil que Antoine puede considerarse un genio. Por su forma de expresarlo, por la perspectiva de niño que le confiere a sus ideas e ideales.

Me han encantado los juegos de palabras que emplea. Por ejemplo, el significado que le da a domesticar, más parecido a amistar que a educar.

También, la lógica que refleja es tan simple, tan sencilla, tan directa, que es imposible no te convenza.

Se mete mucho con los adultos, con su extraña forma de pensar; y ensalza las virtudes infantiles. Desde el primer capítulo lo deja claro con la anécdota de las boas cerradas y las boas abiertas, donde los mayores solo podían ver un sombrero.

No es necesario, pues, un lenguaje culto para suscitar admiración. Antoine conmueve con esa prosa infantil sin ningún problema. Ahora sí, completamente cuidada. No hay ni una palabra suelta, ninguna expresión de más en su escritura; se trata de lo justo y suficiente.

Y los personajes, son especiales, uno entre un millón. Solo puedo decir que les acabas cogiendo cariño, especialmente al Principito, pero incluso la flor acaba preocupándote.

Además, es un libro de esos que te hacen feliz. Lo lees y enseguida te encuentras con que estás sonriendo. Quizá no se trate de una carcajada, es solo una sonrisa, de esas tímidas pero encantadoras. Es uno de esos libro que puedes leer cada X años en tu vida, y probablemente siga enamorándote como la primera lectura.

El Principito es un libro para niños que conmueve incluso a aquellos adultos que olvidaron su infancia.

lunes, 23 de diciembre de 2013

La Casa de Bernarda Alba

La Casa de Bernarda Alba se trata de la última obra del poeta dramático vivido durante el período de entreguerras, muerto antes de verla representada. Inspirada en personajes y vivencias de su juventud y de su alrededor. Escrita como crítica social a la situación vivida por las mujeres del ámbito rural de aquella época.

Lo primero que he de resaltar es mi animadversión hacia la edición que me ha tocado leer. Escrita con fines didácticos, parece redactada para catedráticos más que para jóvenes de nuestra edad. Reflejándose ésto en el vocabulario empleado y en las muchas referencias, en varias ocasiones, mal explicadas.

Personalmente, prefiero poder ver aquellas figuras y metáforas por mi cuenta que no que me lo expliquen paso a paso como si no fuera capaz, pero mediante una prosa tan culta. Es, en el mejor de los casos, contradictorio.

Mas, es cierto, que para comprender la obra de Federico es necesario saber de esas figuras que lo caracterizan, y ha sido una gran ayuda conocerlas de antemano.

Los temas que se tratan en La Casa de Bernarda Alba, no me han resultado tan lejanos como podría parecer. Se trata sobre todo ese miedo al qué dirán y la aparente importancia de guardar las apariencias, y la consecuente ansia de las hijas de Bernarda por la libertad y la búsqueda de felicidad que necesitan.

El teatro comienza con la muerte del marido de Bernarda, lo que las obliga a guardar luto a todas. La mayor rebelde resulta ser Adela, la más pequeña, la que viste de verde y blanco en vez del negro que usan las demás por obligación.

Sin embargo, el primer acto lo conforma el diálogo entre dos criadas de Bernarda, que hablan de ella con odio y resentimiento. Las criadas se encargarán luego de la sátira y los comentarios malintencionados.

Pero mi personaje favorito ha sido sin duda María Josefa, la madre delirante de Bernarda. Pasa la obra encerrada (literalmente), y cuando logra escapar protagoniza un semi-monólogo en el que expresa por fin toda su locura y disparatados, aunque con algo de razón, pensamientos. Me ha parecido una escena de lo más hilarante, la parte más cómica de toda la obra, en realidad.

No obstante, he de confesar que se me ha hecho bastante extraño leerla, pues nunca antes había leído teatro. Hay que fijarse tanto en lo que se dice, como en lo que se quiere decir, e imaginarse a conciencia la interpretación de los personajes. En la novela, comparada con el teatro, te dan todo mascado, está preparada para el lector. Mas, el teatro necesita de esos matices que le aporta la interpretación, esos gestos que acompañan al diálogo.

En cuanto a la trama, a pesar de ser una obra tan breve (literariamente hablando), es más que enrevesada. Federico va dándonos detalles a medida que avanza la historia sutilmente. Igual con los personajes, perfilándolos con determinación con cada una de sus intervenciones.

La Casa de Bernarda Alba resulta un drama repleto de ironía y figuras sobre la opresión femenina durante la época de Lorca que me gustaría ver representado.

martes, 3 de diciembre de 2013

His Eyes

Incluso aunque parezca que lo hemos perdido todo, siempre hemos de tratar de adaptarnos a las circunstancias que se nos presenten. La vida es difícil, pero hay que vivirla.

Eso es lo que Amy intenta enseñar a Tristán. Le parece que lo ha perdido todo, y sí, la vida lo ha golpeado fuerte, pero esa no es razón para darle la espalda. Amy tampoco lo tiene fácil, pero no se rinde. Y quizá logren sacar algo bueno entre los dos, siempre y cuando estén dispuestos a intentarlo.

Para mi gusto, ha sido una historia demasiado acelerada. Las novelas cortas no tienen por qué serlo, pueden llevar un ritmo normal perfectamente. Pero en este caso, los acontecimientos se han precipitado. No me refiero a que ocurriesen demasiadas cosas en poco tiempo, más como que le ha faltado desarrollo a la trama.

También he echado en falta la interacción con secundarios. Pero, como ya he comentado antes, tampoco se ha dado tiempo. Si bien los protagonistas han sido más sensibles y cercanos al lector, creo que los secundarios han quedado un poco planos. No hemos llegado a conocerlos más allá de algún diálogo con los protagonistas, y es una pena.

Hay novelas en las que te cuesta incluso diferenciar a los protagonistas de los antagonistas, no sabes si hay bastantes principales o es que hay muy pocos y los demás son secundarios. En este caso se diferencian perfectamente. Los principales son los que acaparan toda la escena, dejando a los secundarios algunos diálogos, pero en general, se comportan solo como apoyo, ni más, ni menos.

Y así, los protagonistas tienen que paliar las carencias de los demás, ¿cierto? Así pues, son los que deben acercarse al lector, con los que debemos empatizar. Se convierten entonces en los personajes más realistas, los que comparten sus pensamientos con nosotros. Son los que reflejan sus sentimientos en sus expresiones y muecas, los que usan el sarcasmo y la ironía, y los que no se comportan como ellos quisieran.

Por lo demás, sobre todo el final, ha sido muy emotivo. No obstante, la sensación predominante es de una novela fácil de leer, de esas que se digiere tan rápido que ni te das cuenta.

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