La Música del Silencio

No es el primer libro de Patrick Rothfuss que leo. De hecho, ya me enamoré de su prosa y su mundo con los dos primeros libros de la trilogía Crónica del Asesino de Reyes, constituida por El Nombre del Viento y El Temor de un Hombre Sabio.

Después de llevar esperando tres años ya a la publicación del tercero, oí la noticia de otra publicación, la de La Música del Silencio. Saltaba a la vista que no era la continuación de la saga, ni mucho menos. Pero a pesar de que prometía ser muy diferente —así lo avisa el propio Patrick en la nota de autor— no pude evitar sentirme curiosa ante la misma. Y no me ha decepcionado en ningún sentido.



Auri es un personaje que ya nos había sido presentado a los lectores de El Temor de un Hombre Sabio. Es una chica muy especial, algo extraña también. Vive en lo que ella denomina el "Submundo"; el entramado de tuberías y salas abandonadas que descansan bajo el suelo de la Universidad. Allí ella se rige por normas desconocidas para los habitantes del exterior. El único que ha logrado de alguna forma acercarse a ella es Kvothe ('cuouz'), y cuando sabe de su inminente llegada, decide que debe encontrar algo que compartir con él, un regalo adecuado.

Y eso es lo que se narra en La Música del Silencio; es un vistazo al mundo de Auri, a su forma de vida, y a su modo de ver el mundo.



Lo que más llama la atención de esta novela es que te encuentras inmerso en una personificación constante. Auri ve los objetos de una manera distinta a la percepción cotidiana. Éstos adquieren deseos, sentimientos y emociones propiamente humanas. No es que ella hable con ellos, sino que alguna forma percibe el estado anímico de lo que le rodea; ya sean velas, paredes, lámparas, botes o sábanas.

Además, no está en el "submundo" sin razón alguna. Ella se encarga de que todo esté a gusto allá donde esté. De que las cosas no sean ni más ni menos de lo que son en realidad, y de que se mantengan auténticas, sin alterar su verdadero ser. Es curioso que a pesar de esto, no se rija por un sentido "lógico" a la hora de buscarles un lugar adecuado. Se guía por esas sensaciones que los propios objetos le transmiten. No obstante, esas sensaciones no son inalterables, incluso cambian de parecer y ella debe reubicarlos.

Y la prosa es realmente maravillosa. Patrick sabe cómo transmitir todas esas sensaciones que tiene Auri en cuanto a los objetos sin excederse en detalles. Las descripciones están muy cuidadas y te hacen partícipe de lo que Auri vive en cada momento. Antes de leer este libro no podía imaginarme que pudiera haber tal cantidad de objetos diferentes en una misma habitación; y menos que pudieran ser nombrados y descritos sin aburrir al lector. La verdad es que no hay un solo diálogo, pero tampoco hace falta, por algo se titula La Música del Silencio.

En cuanto a la trama, la verdad es que no sigue una estructura concreta más allá de la que marca la cronología. Lo mismo te encuentras con un capítulo de veinte páginas que con uno de una sola línea. Es algo desconcertante, pero también forma parte de la magia de este libro.



No es una novela corriente, y no creo que le pueda gustar a todo el mundo. Pero para aquellos que disfrutamos del simple hecho de leer algo hermoso y bien escrito, resulta realmente enriquecedor.