Hamelin es una obra de teatro inspirada en el cuento tradicional del mismo título. Mas el autor nos ofrece una visión moderna del mundo.
En esta obra los ratones se han convertido en pederastas y el falutista en un juez decido a proteger a los niños de la ciudad ingrata que no ha sabido cuidar de los mismos.
Cada elemento está destinado a la crítica social, y cada figura puede tener sus diferentes interpretaciones. Pero, lo que está claro, es que da qué pensar.
Por ser una obra de teatro, los personajes no están tan definidos esplícitamente. Lo que da más pie a las interpretaciones que haga el espectador o el lector de sus actos. Esa ambigüedad se da en algunos personajes secundarios, cuyas razones para sus actos no están tan claras. Y no tanto en protagonistas como Montero. No obstante, ese no saber qué pensar no deja de ser un recurso del autor para mantener al espectador en vilo, y sobre todo, incitarlo a la reflexión.
Un tema curioso es cómo explica el modo en que el niño, Josemari, será representado. Según el guión, los niños son problemáticos en el teatro, porque o no saben cómo actuar, o el espectador solo atiende a lo buena de su actuación, y no al personaje en sí. Por lo que, debe ser representado por un adulto que no pretenderá ser un niño. Es una visión algo pragmática, pero también dice mucho sobre el tratamiendo de este personaje.
La historia podría decirse que consta de dos tramas simultáneas. Por un lado la investigación acerca de la red de pederastia que Montero lleva a cabo, y por otro lado su vida familiar, dos tramas que se entrelazan, y que afectan la una a la otra. Al fin y al cabo, nadie puede desentenderse de la mitad de su vida.
Otras figuras muy importantes son la psicóloga, Raquel, que representa esa burocratización de cada asunto que pase por el área jurídica. Psicóloga que a pesar de decirse muy empática e involucrada, a fin de cuentas no sabe más que aplicar los métodos aprendidos en los libros con sus pacientes de manual.
Y los padres de Josemari, así como su hermano. Mientras los padres tratan de cumplir correctamente con su papel, el hermano, Gonzalo, pasa por una fase de su madurez que hace que se rebele con lo que ya hay establecido en su vida, mientras trata de mantener en pie su castillo de naipes. Esto se traduce en que a pesar de que delata al señor Rivas, Pablo, como pederasta, y denuncia el abuso que éste practica con su hermano pequeño; luego sigue apoyándolo de alguna manera, ayudándole a comunicarse con Josemari y otros miembros de la familia.
Por otra parte está la relación que Montero tiene con los demás personajes, los hilos que tejen la trama. Hay un tema en concreto que resulta muy notorio: la incapacidad que tiene para comunicarse con su hijo. No es solo que procrastine el momento, a pesar de que se ve que es muy requerido por todos los avisos que recibe no solo de su esposa, sino también del colegio; sino que cuando por fin llega el definitivo, no sabe cómo enfrentarse a él, y huye. No obstante, cuando más tarde se trata de hablar con Josemari, logra encontrar el recurso que utilizaba su padre con él cuando era pequeño, y comienza a narrarle el cuento de El Flautista de Hamelín.
Este cuento es también otro punto a mencionar. Al igual que la obra no tiene un final definido, este cuento tradicional nunca termina de narrarse en su totalidad en ningún momento de la representación, a pesar de las numerosas veces en que se inicia. No sé si es una especie de metáfora, o si tienen alguna relación. Sin embargo, es como si el inicio de ese cuento se repitiera una y otra vez, sin llegar a ninguna conclusión, quedando inconcluso. Igual que la propia obra teatral.
El Hamelin de Juan Mayorga resulta una obra diferente, moderna. Y a pesar de ser algo ambigua en sus conclusiones; eso solo ayuda a despertar la reflexión en cada uno de nosotros. Asimismo, nos demuestra que cuentos tradicionales como El Flautista de Hamelín se pueden trasladar a muchos problemas sociales contemporáneos.
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