Este es ya el cuarto libro de John Green que leo, tres de los cuales han sido en inglés, contando este, por supuesto. Leer este libro y escribir su reseña (ya lo siento), me ha costado más de lo que pensaba. Pero no ha sido por que fuera aburrido, ni mucho menos. Más bien ha sido porque no ha conseguido atraparme tanto como para tener ese deseo irrefrenable de seguir leyendo.
Quentin es un estudiante de instituto bastante normal. Tiene dos buenos amigos y un amor platónico que resulta ser su vecina de enfrete, Margo Roth Spiegelman. Margo es como la abeja reina del instituto, parecería que la vida del edificio girara entorno a ella. Ella es la chica que vive las aventuras más excitantes, la chica que todos los chicos desearían tener.
Y un día, o una noche más concretamente, acude a Quentin, su amigo de la infancia, a pesar de que los años en el colegio los hayan ido distanciando. Ella quiere llevar a cabo uno de sus planes maestros, éste ideado para vengarse de todas aquellas personas relacionadas al hecho de que su novio le pusiera los cuernos, ya sean su novio y la chica con quien se acuesta, o aquellos que consideraba sus amigos pero a pesar de saberlo no se lo contaron. Después de esa noche inolvidable Margo no vuelve al instituto, y es entonces cuando Quentin empieza a seguir el intrincado camino de migas de pan que no llevan a ningún lugar en concreto.
Y un día, o una noche más concretamente, acude a Quentin, su amigo de la infancia, a pesar de que los años en el colegio los hayan ido distanciando. Ella quiere llevar a cabo uno de sus planes maestros, éste ideado para vengarse de todas aquellas personas relacionadas al hecho de que su novio le pusiera los cuernos, ya sean su novio y la chica con quien se acuesta, o aquellos que consideraba sus amigos pero a pesar de saberlo no se lo contaron. Después de esa noche inolvidable Margo no vuelve al instituto, y es entonces cuando Quentin empieza a seguir el intrincado camino de migas de pan que no llevan a ningún lugar en concreto.