Hace ya bastante tiempo que no suelo leer dos libros del mismo autor seguidos —a no ser que sea una saga realmente adictiva—. Pero en este caso he hecho una excepción. Mi padre me trajo de Madrid Looking for Alaska y Will Grayson, Will Grayson en inglés, y quería leerlos antes de un exámen muy importante que tuve hace unos días.
La verdad es que ha sido curioso que, a pesar de estar leyendo un libro con una temática completamente diferente y unos personajes que no podían ser más dispares, tenía la sensación de seguir leyendo el mismo libro —al menos en los capítulos escritos por John Green—.
El primer Will Grayson que conocemos tiene dos normas: 1. Que no te importe demasiado y 2. Cállate. Esto no le ayuda mucho a vivir grandes experiencias, pero en su opinión, le ahorra malos tragos, y quizá es verdad. Hasta que un día se las salta por defender a Tiny Cooper, su amigo gigante y gay. Will siente que está atado a él por todos los años que llevan siendo amigos, y que Tiny absorbe y distorsiona su realidad a su antojo. Pero Will no es precisamente muy bueno aclarando sus sentimientos, y cuando conozca a Jane, se dará cuenta de que lleva encerrado en una caja de Shrödinger toda su vida, donde el gato no está ni muerto, ni vivo; o está muerto y vivo al mismo tiempo.
El segundo Will Grayson es un chico deprimido con un gran vacío en su interior. Está enamorado de un chico llamado Isaac que conoció por internet, y gracias a la casualidad se encontrará con Will Grayson en otra ciudad en un sitio en el que ninguno de los dos debería haber estado.
A partir de entonces la vida y la forma de ver el mundo de ambos empezará a cambiar, con Tiny Cooper como eje de esa rotación.